Mi Coatepeque de ayer, recuerdo con añoranza asida muy fuerte hasta donde mi memoria alcanza, con sus calles empedradas y sus luces mortecinas se veían las patojadas jugando por las esquinas, con el sudor en la frente, con las rodillas raspadas aquellos rostros sonrientes sin tener temor por nada.
Se jugaba la conecta, la tenta y el escondido también la piedra marchita ya todo eso se ha perdido.
Lejos quedó el Coatepeque con su bellas acuarelas, de limpios amaneces.
Había solo dos escuelas, una era para hombres, la otra para mujeres, con sus aulas de madera, en el patio un árbol frondoso un canto a la primavera todo me parecía hermoso.
También recuerdo su parque por sus almendros sombreados paseando de una a otra parte por el almuerzo recalentado ya vestido de judío, o pregonando mercancía, piropeando a las mujeres se pasaba todo el día.
La estación era un mercado, donde todo se vendía elotes, maíz, fríjol, las gallinas y el pescado, bananos y hasta sandía.
! Que épocas tan bonitas¡ Dignas de ser recordadas allí estaba doña Audelia vendiendo sus enchiladas aunque a ustedes les parezca que esta historia es muy prolija, no se puede dejar de contar que cargando las maletas conocí a Chilo Valija, y aquella mujer sencilla, de la mente perturbada le decían, Laura la Tren, por que en la estación se paseaba. Tiempos que yacen envueltos en el manto del olvido, atados con telarañas que los años han tejido. La música de la Roxi se perdió en la lejanía convertida en un lamento o en rimas de una poesía, que va declamando el viento con su voz enternecida.
Es una época pasada fue forma parte de mi vida no estaría cabal si yo no me recordara de la feria con su salón Pro-Hospital en el barrio San Francisco con pompa se celebraba aquellos bailes sociales con sus trajes de etiqueta a los que solo se entraba presentando la tarjeta.
Bibliografía. Primera Antología de Poetas, Escritores y Compositores de Coatepeque. Febrero de 1995
VIDA EN COATEPEQUE 